viernes, 21 de enero de 2011

Beber para olvidar, olvidalo.

Beber para olvidar, beber para ahogar las penas, beber para despedirse, beber de bronca. De todas se ha escrito y mucho. Tangos, poemas, novelas, estudios sociológicos, en fin, todo el abanico literario.

Seguramente alguna vez o más de una, vos también tomaste demás como anestésico para contrarestar algún dolor que la vida nos regala sin opción de devolver y con entrega inmediata. No se qué te pasó a vos, pero en mí no funcionó y por el contrario me generó mañanas de mal humor, resacas que no curaba la aspirina y metidas de pata que no restauraban las disculpas.

Hoy prefiero que el beber esté del lado del festejo, cosa que tiene sus economías y ventajas. Cuando brindamos lo hacemos en compañía así que los tragos no corren sólo por nuestra cuenta, las ocasiones son muchas menos así que nuestro organismo no sufre tanto. Cuando estemos bajoneados podremos acordarnos de algo que nos regale una sonrisa.

Pero mejor que esto, es beber por el disfrute de saborear algo agradable sin tener otro motivo que el placer de despertar los sentidos y sentirse vivo.

No hay comentarios.: