jueves, 21 de abril de 2011

La Rioja de allá


Gracias a mi amigo De Angelis, pude sentir nuevamente la agradable experiencia de beber un buen Rioja. No de La Rioja de acá sino del de España. Hubo otros tiempos en que se conseguían facilmente, dólar mediante, y si uno era despierto para conocer las añadas, disfrutaba de esos vinos llenos de sutilezas a precios razonables.
De estilo clásico, onda Quevedo, estos caldos contienen la variedad tempranillo, ahora conocida en nuestras pampas, generalmente como varietal y que ha dado grandes vinos como el Proyecto Q de Familia Zuccardi. Pero un Rioja es otra cosa, fundamentalmente porque maduran lentos, como los sueños, y están llenos de aromas y sabores terciarios. Ya sabemos que en estos tiempos del euro todo resulta más difícil, pero si tenés la oportunidad de munirte de uno no la dejes pasar.

lunes, 11 de abril de 2011

La oferta supera al gusto


Dentro del porfolio humano hay un grupo curioso, son los que he denominado ofertomanos. Recorren, hurgan, averiguan por doquier dónde está la "oferta". Logran invertir el sentido del placer, en el caso del vino en vez de elegir uno que les guste, compran el que más les conviene. No hay que subestimarlos, esto conlleva un gran esfuerzo: recorrer vinerías, supermercados, almacenes, leer puntillosamente los avisos de los diarios y además, ahora, bucear la internet.
Una vez hallado el vino, el placer no será beberlo, será contarle a sus amigos el resultado de su excelente negocio.
Imaginense por un minuto que ustedes empezaran solo a leer los libros que están en oferta, elegir ir de vacaciones al Bronx porque está a un cincuenta por ciento o elegir tu pareja porque sus gustos son los más económicos.
La codicia, perdón las ofertas, puede transformar el arte de vivir en el egoísmo de no pagar, incluso en el caso del vino.

Carta de vinos

Desde el coqueto resto hasta la fonda de don Braulio, todos tienen carta de vinos pero lo dificultoso es cómo y de qué manera están hechas. En la mayoría de los casos, lamentablemente mal. Porqué te preguntarás. Te cuento. Generalmente la carta de vinos es una fuente de recursos para el restaurant, y entonces la cosa pasa porqué bodega da más beneficios, cual regala más. Pero ahí no termina la cosa, ademas el propietario repite variedades y tipos de vinos entre las cuatro o cinco bodegas que conforman la carta. Resultado final, aburrida, reiterada y sin opciones para determinados platos del menú.
Si además se te ocurre preguntarle al camarero cuál de los cabernets ofrecidos sostiene mejor el mondongo a la española que pensás lastrar (comer), te mira con asombro y luego sugiere al voleo.
Cada vez más, los que salimos a comer nos fijamos en la carta de vinos, por eso sugiero hagan las cartas de vino con sentido, no con sentido práctico.

Salta, explosiva

Hasta no hace mucho, cualquier vino que no fuera mendocino era mirado por el público en general, como de segunda división. Casi nadie pagaba un alto precio por nada que no viniese de Luján de Cuyo o alrededores. Menos aún se soñaba, por ejemplo, con quemar la tarjeta de crédito para comprar un torrontés premium.
Por suerte, gracias a la difusión que tiene el vino y sus regiones esto está cambiando y a la cabeza de esta apertura se encuentra Salta. Cada vez más consumidores me preguntan qué vinos salteños tengo, conocen nombres de bodegas y productos y, por sobre todo, se animan a oblar cien pesos o más por un vino salteño.
De seguir así el tema, tendremos en poco tiempo la suficiente adultez para no ningunear a ningún vino por su origen y probar sin preconceptos. Es más, si seguimos avanzando tampoco lo haremos con los seres humanos.

martes, 22 de marzo de 2011

Una historia divina de vino


Esta historia comienza y termina en Inglaterra, algunos siglos atrás. Los británicos siempre fueron de importar, muchas veces sin importar cómo, todo lo bueno que el mundo ofrece. Los tipos tienen buen gusto, salvo algunas ladies que uno ve sentadas en el palco real y que se empeñan en usar unos sombreros horribles.
Perdón, me fui de tema. Bueno, así que se trajeron el té, los curries y porque no los vinos. Aunque con España han tenido algunos pequeños incidentes, alguna que otra guerra, importaban vino español. El vino llegaba en barricas y luego se embotellaba.
Un día cierta partida de vino que llegó hasta la isla resultó ser intomable. Por esos años no existía el "está feo, lo devuelvo". Así que para apaciguar la desmesurada acidez del vino, prácticos como pocos, le agregaron azúcar. Grande fue la sorpresa, cuando al empezar a descorchar el vino había perdido esa ruda acidez y ademas tenía unas muy divertidas burbujas. Había nacido un espumante.

El vino y tu circunstancia

Si tuviste un día fatal, de esos en que estás enojado con la vida o con vos, o con ambos, tu peor error será abrir un gran vino. Tu cabecita loca estará masticando estiercol y muy problablemente lo beberas rápido, casi a modo de relajante muscular.
Si es tu primera cita con ella o él y estás nervioso, pensando en no decir ninguna gansada, tampoco se te ocurrirá reparar en el vino.
Si te reunís con el grupo de inaptados que son tus amigos, esos que beben, comen y discuten sobre los pro y los contra de Cristina, todo al mismo tiempo, el vino pasará inadvertido.
Resumiendo, el disfrute de un gran vino está ligado a tu circunstancia. Como a Fellini, Breton o Chopin, al gran vino su serena circunstancia.

viernes, 11 de marzo de 2011

Cosechas viejas


La mayoría de los vinófilos buscamos vinos tintos que tengan algunos añitos en la botella. No muchos, en la mayoría de los casos mas de seis es riesgoso, pero con tres o cuatro alcanza.
Suponemos, no sin razón, que esos años han ayudado a que el vino evolucione y este más redondo, más agradable para beber.
El problema es cómo y dónde estuvo guardada esa botella y es ahí donde el factor confianza marca la diferencia. Lo más seguro es comprarlo en tu vinoteca de siempre y con mirada seria y penetrante preguntarle al vendedor: ¿Cómo está este 2005? ¿Lo probaste?
El segundo consejo: comprar sílo una botella y si resulta exitosa, ir por más.
Tercero: escapale a las ofertas, generalmente se lo quieren sacar de encima porque está jodido y lo barato sale caro.
Por último, cuando abras la botella, dejala respirar una horita; si lo pasás a un decanter, mejor.

lunes, 7 de marzo de 2011

Porque son tan caros los caros


Ciertos vinos son caros, muy caros. Pueden costarte tanto como tu sueldo de un mes, como el coche modelo 89 del que disponés o igualito que el departamento monoambiente que lograste adquirir gracias al credito de diez años que te consiguió tu cuñado. Y tu pregunta siempre es la misma, esos vinos tan caros ¿son tan ricos?
No es que quiera tranquilizarte, pero te cuento que el valor de esas botellas lo determina la escasez. Si sólo hay pocas botellas del "Bollinger" cosecha 1964 y muchos que quieran tenerla, el precio vuela sin límites. La escasez hace que las cosas se cotizen, igual que el amor incondicional, la lealtad o la compasión.
Después está todo el marketing: que las uvas fueron cosechadas a las tres de la mañana para que no se estresen, que la barrica fue hecha con roble macho de lo mas selecto de Alliers o que el enólogo perdió su último matrimonio por cuidar la fermentación maloláctica del Bonarda en cuestión.
No es lo mismo el tinto de damajuana que el "Misterio" de Ernesto Catena, pero tampoco es para tanto.

lunes, 28 de febrero de 2011

Vermouth, un buen comienzo

Entre todas las costumbres de la buena vida que se han ido perdiendo, vaya uno a saber porqué, está la de inciar la comida (almuerzo, cena) con un vermouth o con un trago. Los que tratamos de conservarla nos vemos limitados, ya que en la mayoría de los resto no hay quien sepa preparar un decoroso coloradito, un dry martini o el milimétrico cinzano con fernet.
A esta altura ustedes se preguntaran para qué sirve, bueno paso a explicar.
Cuando uno llega al restaurant está ansioso por comer y beber, el vermusito actúa de apaciguador junto con un poco de pan y manteca o anchoas. Entonces mientras disfrutamos, elegimos tranquilos que comer, que beber y charlamos de la vida con nuestra pareja o con amigos.
Otra buena razón: ese trago del comienzo abre el apetito y te hace olvidar el rostro inquisidor de tu suegra sentada frente a vos o los tontos comentarios del amigo de tu pareja, e incluso las demandas siempre incumplidas de tu pareja.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Regalando vino

Cada vez más se opta por regalar un vino. No es casual, con los morlacos que invertís en una buena botella no compras nada espectacular en otros rubros. Lo curioso es qué vinos se regalan, o mejor dicho cómo se elijen los vinos que se regalan. Algunos regalan con "intención" y otros con "corazón", pero cada uno es como es. Paso a explicar: los que regalan con intención quieren que el destinatario se de cuenta del "valor" del regalo, que no piense que uno es un miserable y entonces eligen por marca, cuanto mas conocida mejor. El segundo grupo, los del cuore, son otra cosa. Quieren, antes que nada, que el vino sea del estilo o gusto del obsequiado, que cuando lo pruebe se le dibuje una sonrisa y sepa cuanto es querido, sin importar bodega, fashion o puntos Parker.
Dos formas distintas de regalar, dos formas de ver la vida. Hacé un esfuerzo y trata de pasarte al segundo grupo en cuanto puedas.

Temperatura de servicio


Leyendo el titulo, uno podría imaginar muchas cosas. La referencia, sin embargo, es para por la temperatura a la que debe beberse un vino, con un sólo objetivo: que esté más rico, nada más.
Hay dos caminos, en realidad probablemente haya mas pero no los conozco.
Uno es comprarse un termómetro, leer en la botella a qué temperatura aconsejan beberlo y llevarlo a dicha temperatura.
El segundo, más largo pero mas efectivo, es ir descubriendo a qué temperatura le gusta a uno beber los diferentes tipos de vino, causa y efecto diría un monje budista.
No obstante, a modo de ayuda, te cuento que si el tinto está muy caliente percibiremos demasiado alcohol, si está demasiado frío no percibiremos nada. En el blanco la cosa es para el otro lado: si está muy caliente nos jorobara la acidez, si está muy frío, costumbre nacional, chau aroma y por caracter transitivo chau gusto.
Volviendo a los tintos, si lees que se toma a temperatura ambiente, es el ambiente de una cava en un sotano de castillo medieval de Francia y en Argentina son difíciles de encontrar.

viernes, 18 de febrero de 2011

Vino en copa


Suelo deambular en soledad por bares, pubs y restaurants. Me gusta sentarme y observar a mis congeneres. Mirando se aprende mucho, incluso de vos mismo. Una vez apostado, llega el gentil mozo, camarera o bartender y hace la clásica pregunta: "¿qué te sirvo?" Cuando mis intenciones son las de beber, no encuentro obstáculo, pero si quiero comer algo la decepción llega con mi pregunta:
- ¿Tenés vino por copa?
- Ay! sabés que no, es la respuesta.
Hace años que en el mundo civilizado se lo ofrece (al vino por copa), para que solitarios por elección o a la fuerza, puedan picotear un dignísimo sandwich de crudo y queso con un tinto decoroso. También para que uno solo pueda disfrutar de un vino con la entrada, otro con el plato principal y otro con el postre.
Hermanos de ciudad, comencemos a demandar que por estas playas, tan profusas en gastronomia, este simple, práctico y reconfortante servicio aparezca.

martes, 15 de febrero de 2011

Etiquetas

Etiquetar nos hace la vida más fácil, más segura pero infinitamente limitada y superficial. Lo hacemos con todo, seres humanos, ideas, objetos. Y así de a poco nos vamos encarcelando en lo seguro, lo que no falla, generando un confortable aburrimiento y peor que eso, ignorancia.
Si lo hacemos con todo, como no iba a caer el vino en la volteada. Algunos bochan el lugar de origen: si no es mendocino arrugan la nariz y dicen, mejor paso. Otros se la agarran con el cepaje, por ejemplo: "a mí el syrah no me gusta, a mí dame solo malbec".
Raza aparte son los del precios: "Si cuesta diez pesos menos que el que tomo seguro es vinagre". Y así podría seguir con una lista larguísima de prejuicios.
En el mercado argentino disponemos de unas cuatro mil etiquetas, así que por favor prueben, equivóquense, disfruten un hallazgo, vivan, que a veces duele pero es inmensamente divertido.

jueves, 10 de febrero de 2011

El vino y los enamorados





San Valentín, día de los enamorados, ideal para homenajear al amor. Ideal para recordarle al otro que a pesar de la rutina, de los problemas, de tus estúpideces, la/o seguís amando.
Compañero de festejos, el vino puede ayudarte en el homenaje. Infinitos son los tipos de parejas, infinitos son los vinos y muchas las situaciones, así que a modo de ayuda te muestro algunos y su para qué.
Si vas por los seis años de idilio o menos, elegí uno cuya cosecha concuerde con la del inicio del amor: por ejemplo, un sutil "Luna" de Finca La Anita.
Si los años de pareja son muchos y dignos, compartí un cosecha tardía, como por ejemplo el de Familia Zuccardi y dejá sonar a Glenn Miller en el equipo de música.
Si la historia es reciente, un vino joven, aromático y sin asperezas, como tu relación. Por ejemplo "Las Perdices" Malbec 2009.
Si tu pareja adora lo fashion, no dudes, un "Misterio" de Eduardo Catena.
Por último, si estás peleado y querés reconciliarte, comprá flores, un extra brut de Rossel Boher, arrodillate y decile: "Marianne, ¡te amo!"

lunes, 31 de enero de 2011

Bonarda, lo que se viene

Resulta ser que la Argentina vitivinicola ha logrado hacerse notar en el mundo. Ya hemos superado en exportaciones a Estados Unidos, a nuestros vecinos chilenos, cosa nada fácil en un mercado exigente y abierto al mundo como el americano.
Es así que nuestros competidores han comenzado a incursionar con el malbec y seguramente en poco tiempo comenzarán a irrumpir malbecs australianos, sudafricanos, y etceteras. Pero si ellos son raápidos, nosotros más, y aquí ya empezamos a reinventar la bonarda, cepaje sumamente amigo de nuestras tierras y profusamente plantado. Ya te convencieron con el malbec, ahora dejate enamorar de la bonarda y dejate enamorar de la vida también, que ambos casos serás recompensado.

viernes, 21 de enero de 2011

El vino y las damas.

La relación entre las damas, mujeres o todas o como quieras llamarlas, y el vino ha ido mejorando con el correr de los años. Aunque todavía permanezcan ciertos estereotipos creados por los hombres, tales como "las señoras prefieren los vinos suaves", "más los blancos que los tintos", "más dulces que secos", etc. Evidentemente estos señores no se comunican con señoras desde los años treinta.

Pero la verdad aparece, como siempre, impertérrita. Generalmente es la mujer quien compra y lleva el vino al hogar, la que más concurre a cursos de degustación y mientras el macho cabrío la deje, elige el vino en el restó.

Y cierto es que fueron creados el uno para el otro. La mujer con su entrenado sentido del olfato le saca la ficha aromática sin titubeo, descubre dejos amargos y se molesta con el exceso de alcoholes. Todo esto sin recurrir al parloteo técnico-marketinero del macho de la especie.

Cuando mi amada Mariana baja su dedo pulgar luego de probar un vino, sé con qué me voy a encontrar. Casi casi como en la vida.

Por eso, estimados varones déjense llevar. Que ellas lo compren, bébanlo juntos y después apaguen la tv, tiren el control lejos y vivan.

Beber para olvidar, olvidalo.

Beber para olvidar, beber para ahogar las penas, beber para despedirse, beber de bronca. De todas se ha escrito y mucho. Tangos, poemas, novelas, estudios sociológicos, en fin, todo el abanico literario.

Seguramente alguna vez o más de una, vos también tomaste demás como anestésico para contrarestar algún dolor que la vida nos regala sin opción de devolver y con entrega inmediata. No se qué te pasó a vos, pero en mí no funcionó y por el contrario me generó mañanas de mal humor, resacas que no curaba la aspirina y metidas de pata que no restauraban las disculpas.

Hoy prefiero que el beber esté del lado del festejo, cosa que tiene sus economías y ventajas. Cuando brindamos lo hacemos en compañía así que los tragos no corren sólo por nuestra cuenta, las ocasiones son muchas menos así que nuestro organismo no sufre tanto. Cuando estemos bajoneados podremos acordarnos de algo que nos regale una sonrisa.

Pero mejor que esto, es beber por el disfrute de saborear algo agradable sin tener otro motivo que el placer de despertar los sentidos y sentirse vivo.

Cabernet sauvignon, a ver si me recuerdan.

Durante décadas fue en la patria bicentenaria el rey de los tintos. Morigerado en sus ímpetus por el malbec y el merlot, dando vida al clásico corte argentino cabernet-malbec-merlot.

Como suele suceder en palacio, y aún más en palacio francés, el malbec se metió por la ventana del marketing y lo destronó. Así las nuevas generaciones miran a un costado al momento de elegir en góndola, influidas por el verso de que el malbec es el mejor vino argentino.

Pero cuidado, ese mismo marketing nos cambió el saludable tinto y soda por la coca, el queso y dulce por el cheese cake y el sandwich de lomito por el combo chatarra.

Aquí van algunos cabernets, dignos de ser, para que redescubran al tinto que envejece con más gloria, casi un Rolling Stone, a saber: Saint Felicien cosecha 2005, Ruttini 2006, Finca Gabrielli 2005, Norton Roble 2007.

Vino boutique, ojo al piojo.

Resulta que hoy todo es boutique. El hotel es boutique, la quesería es boutique y también la bodega es boutique. Pero ¿qué es lo "boutique"?. Para la mayoría, algo chiquito, exclusivo y de alta calidad. Lo que adquiero en la boutique, no está en otro lado.

No se cómo será la cosa en otros ámbitos, pero en el vino, ojo al piojo. Que un totin provenga de una pequeña bodega no es un valor en si mismo.

Para comenzar, la boutique tiene que repartir sus costos entre poquitas botellas y entonces su producto suele ser mas costoso que el de una grande, así que a igualdad de producto, el boutique es más caro.

La boutique produce poco, si no es asi compra vino a otros y es entonces que cuando queres reponer en tu bodega ese chardonnay que tanto te gustó no hay mas hasta el próximo año y andá a cantarle Gardel.

Por todo esto, cuando compres un vino no te dejes seducir por lo boutique, dejate seducir por el vino, venga de donde venga.

Espumantes. Lo que ocultan las burbujas

Agradables, multiuso y festivos son los espumantes. Franceses, italianos, españoles o argentines pampas, todos ricos y versátiles. Antes, durante o después de la comida, como ingrediente de un coctel o a la orilla de una chimenea mientras juramos amor eterno con fines intrusivos.

Pero al igual que muchas damas y políticos, ocultan sagazmente sus orígenes. Te explico. Detrás de las burbujas y la baja temperatura a la que se bebe se pierde de vista lo fundamental, la calidad del vino con que esta hecho. Solo al día siguiente, higado y cerebro nos comunican lo desastroso que era el susodicho.

Hay dos cosas en la vida en las que no hay que pijotear: los zapatos y el champagne. El portfolio de espumantes nacionales es lo bastante amplio y variado para no meter la pata.

Te regalo cinco : Alma 4 , Lagarde Extra Brut, Casa Boher, Chandon Brut Nature y el Toso Metodo Champenoise.