lunes, 31 de enero de 2011

Bonarda, lo que se viene

Resulta ser que la Argentina vitivinicola ha logrado hacerse notar en el mundo. Ya hemos superado en exportaciones a Estados Unidos, a nuestros vecinos chilenos, cosa nada fácil en un mercado exigente y abierto al mundo como el americano.
Es así que nuestros competidores han comenzado a incursionar con el malbec y seguramente en poco tiempo comenzarán a irrumpir malbecs australianos, sudafricanos, y etceteras. Pero si ellos son raápidos, nosotros más, y aquí ya empezamos a reinventar la bonarda, cepaje sumamente amigo de nuestras tierras y profusamente plantado. Ya te convencieron con el malbec, ahora dejate enamorar de la bonarda y dejate enamorar de la vida también, que ambos casos serás recompensado.

viernes, 21 de enero de 2011

El vino y las damas.

La relación entre las damas, mujeres o todas o como quieras llamarlas, y el vino ha ido mejorando con el correr de los años. Aunque todavía permanezcan ciertos estereotipos creados por los hombres, tales como "las señoras prefieren los vinos suaves", "más los blancos que los tintos", "más dulces que secos", etc. Evidentemente estos señores no se comunican con señoras desde los años treinta.

Pero la verdad aparece, como siempre, impertérrita. Generalmente es la mujer quien compra y lleva el vino al hogar, la que más concurre a cursos de degustación y mientras el macho cabrío la deje, elige el vino en el restó.

Y cierto es que fueron creados el uno para el otro. La mujer con su entrenado sentido del olfato le saca la ficha aromática sin titubeo, descubre dejos amargos y se molesta con el exceso de alcoholes. Todo esto sin recurrir al parloteo técnico-marketinero del macho de la especie.

Cuando mi amada Mariana baja su dedo pulgar luego de probar un vino, sé con qué me voy a encontrar. Casi casi como en la vida.

Por eso, estimados varones déjense llevar. Que ellas lo compren, bébanlo juntos y después apaguen la tv, tiren el control lejos y vivan.

Beber para olvidar, olvidalo.

Beber para olvidar, beber para ahogar las penas, beber para despedirse, beber de bronca. De todas se ha escrito y mucho. Tangos, poemas, novelas, estudios sociológicos, en fin, todo el abanico literario.

Seguramente alguna vez o más de una, vos también tomaste demás como anestésico para contrarestar algún dolor que la vida nos regala sin opción de devolver y con entrega inmediata. No se qué te pasó a vos, pero en mí no funcionó y por el contrario me generó mañanas de mal humor, resacas que no curaba la aspirina y metidas de pata que no restauraban las disculpas.

Hoy prefiero que el beber esté del lado del festejo, cosa que tiene sus economías y ventajas. Cuando brindamos lo hacemos en compañía así que los tragos no corren sólo por nuestra cuenta, las ocasiones son muchas menos así que nuestro organismo no sufre tanto. Cuando estemos bajoneados podremos acordarnos de algo que nos regale una sonrisa.

Pero mejor que esto, es beber por el disfrute de saborear algo agradable sin tener otro motivo que el placer de despertar los sentidos y sentirse vivo.

Cabernet sauvignon, a ver si me recuerdan.

Durante décadas fue en la patria bicentenaria el rey de los tintos. Morigerado en sus ímpetus por el malbec y el merlot, dando vida al clásico corte argentino cabernet-malbec-merlot.

Como suele suceder en palacio, y aún más en palacio francés, el malbec se metió por la ventana del marketing y lo destronó. Así las nuevas generaciones miran a un costado al momento de elegir en góndola, influidas por el verso de que el malbec es el mejor vino argentino.

Pero cuidado, ese mismo marketing nos cambió el saludable tinto y soda por la coca, el queso y dulce por el cheese cake y el sandwich de lomito por el combo chatarra.

Aquí van algunos cabernets, dignos de ser, para que redescubran al tinto que envejece con más gloria, casi un Rolling Stone, a saber: Saint Felicien cosecha 2005, Ruttini 2006, Finca Gabrielli 2005, Norton Roble 2007.

Vino boutique, ojo al piojo.

Resulta que hoy todo es boutique. El hotel es boutique, la quesería es boutique y también la bodega es boutique. Pero ¿qué es lo "boutique"?. Para la mayoría, algo chiquito, exclusivo y de alta calidad. Lo que adquiero en la boutique, no está en otro lado.

No se cómo será la cosa en otros ámbitos, pero en el vino, ojo al piojo. Que un totin provenga de una pequeña bodega no es un valor en si mismo.

Para comenzar, la boutique tiene que repartir sus costos entre poquitas botellas y entonces su producto suele ser mas costoso que el de una grande, así que a igualdad de producto, el boutique es más caro.

La boutique produce poco, si no es asi compra vino a otros y es entonces que cuando queres reponer en tu bodega ese chardonnay que tanto te gustó no hay mas hasta el próximo año y andá a cantarle Gardel.

Por todo esto, cuando compres un vino no te dejes seducir por lo boutique, dejate seducir por el vino, venga de donde venga.

Espumantes. Lo que ocultan las burbujas

Agradables, multiuso y festivos son los espumantes. Franceses, italianos, españoles o argentines pampas, todos ricos y versátiles. Antes, durante o después de la comida, como ingrediente de un coctel o a la orilla de una chimenea mientras juramos amor eterno con fines intrusivos.

Pero al igual que muchas damas y políticos, ocultan sagazmente sus orígenes. Te explico. Detrás de las burbujas y la baja temperatura a la que se bebe se pierde de vista lo fundamental, la calidad del vino con que esta hecho. Solo al día siguiente, higado y cerebro nos comunican lo desastroso que era el susodicho.

Hay dos cosas en la vida en las que no hay que pijotear: los zapatos y el champagne. El portfolio de espumantes nacionales es lo bastante amplio y variado para no meter la pata.

Te regalo cinco : Alma 4 , Lagarde Extra Brut, Casa Boher, Chandon Brut Nature y el Toso Metodo Champenoise.