lunes, 28 de febrero de 2011

Vermouth, un buen comienzo

Entre todas las costumbres de la buena vida que se han ido perdiendo, vaya uno a saber porqué, está la de inciar la comida (almuerzo, cena) con un vermouth o con un trago. Los que tratamos de conservarla nos vemos limitados, ya que en la mayoría de los resto no hay quien sepa preparar un decoroso coloradito, un dry martini o el milimétrico cinzano con fernet.
A esta altura ustedes se preguntaran para qué sirve, bueno paso a explicar.
Cuando uno llega al restaurant está ansioso por comer y beber, el vermusito actúa de apaciguador junto con un poco de pan y manteca o anchoas. Entonces mientras disfrutamos, elegimos tranquilos que comer, que beber y charlamos de la vida con nuestra pareja o con amigos.
Otra buena razón: ese trago del comienzo abre el apetito y te hace olvidar el rostro inquisidor de tu suegra sentada frente a vos o los tontos comentarios del amigo de tu pareja, e incluso las demandas siempre incumplidas de tu pareja.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Regalando vino

Cada vez más se opta por regalar un vino. No es casual, con los morlacos que invertís en una buena botella no compras nada espectacular en otros rubros. Lo curioso es qué vinos se regalan, o mejor dicho cómo se elijen los vinos que se regalan. Algunos regalan con "intención" y otros con "corazón", pero cada uno es como es. Paso a explicar: los que regalan con intención quieren que el destinatario se de cuenta del "valor" del regalo, que no piense que uno es un miserable y entonces eligen por marca, cuanto mas conocida mejor. El segundo grupo, los del cuore, son otra cosa. Quieren, antes que nada, que el vino sea del estilo o gusto del obsequiado, que cuando lo pruebe se le dibuje una sonrisa y sepa cuanto es querido, sin importar bodega, fashion o puntos Parker.
Dos formas distintas de regalar, dos formas de ver la vida. Hacé un esfuerzo y trata de pasarte al segundo grupo en cuanto puedas.

Temperatura de servicio


Leyendo el titulo, uno podría imaginar muchas cosas. La referencia, sin embargo, es para por la temperatura a la que debe beberse un vino, con un sólo objetivo: que esté más rico, nada más.
Hay dos caminos, en realidad probablemente haya mas pero no los conozco.
Uno es comprarse un termómetro, leer en la botella a qué temperatura aconsejan beberlo y llevarlo a dicha temperatura.
El segundo, más largo pero mas efectivo, es ir descubriendo a qué temperatura le gusta a uno beber los diferentes tipos de vino, causa y efecto diría un monje budista.
No obstante, a modo de ayuda, te cuento que si el tinto está muy caliente percibiremos demasiado alcohol, si está demasiado frío no percibiremos nada. En el blanco la cosa es para el otro lado: si está muy caliente nos jorobara la acidez, si está muy frío, costumbre nacional, chau aroma y por caracter transitivo chau gusto.
Volviendo a los tintos, si lees que se toma a temperatura ambiente, es el ambiente de una cava en un sotano de castillo medieval de Francia y en Argentina son difíciles de encontrar.

viernes, 18 de febrero de 2011

Vino en copa


Suelo deambular en soledad por bares, pubs y restaurants. Me gusta sentarme y observar a mis congeneres. Mirando se aprende mucho, incluso de vos mismo. Una vez apostado, llega el gentil mozo, camarera o bartender y hace la clásica pregunta: "¿qué te sirvo?" Cuando mis intenciones son las de beber, no encuentro obstáculo, pero si quiero comer algo la decepción llega con mi pregunta:
- ¿Tenés vino por copa?
- Ay! sabés que no, es la respuesta.
Hace años que en el mundo civilizado se lo ofrece (al vino por copa), para que solitarios por elección o a la fuerza, puedan picotear un dignísimo sandwich de crudo y queso con un tinto decoroso. También para que uno solo pueda disfrutar de un vino con la entrada, otro con el plato principal y otro con el postre.
Hermanos de ciudad, comencemos a demandar que por estas playas, tan profusas en gastronomia, este simple, práctico y reconfortante servicio aparezca.

martes, 15 de febrero de 2011

Etiquetas

Etiquetar nos hace la vida más fácil, más segura pero infinitamente limitada y superficial. Lo hacemos con todo, seres humanos, ideas, objetos. Y así de a poco nos vamos encarcelando en lo seguro, lo que no falla, generando un confortable aburrimiento y peor que eso, ignorancia.
Si lo hacemos con todo, como no iba a caer el vino en la volteada. Algunos bochan el lugar de origen: si no es mendocino arrugan la nariz y dicen, mejor paso. Otros se la agarran con el cepaje, por ejemplo: "a mí el syrah no me gusta, a mí dame solo malbec".
Raza aparte son los del precios: "Si cuesta diez pesos menos que el que tomo seguro es vinagre". Y así podría seguir con una lista larguísima de prejuicios.
En el mercado argentino disponemos de unas cuatro mil etiquetas, así que por favor prueben, equivóquense, disfruten un hallazgo, vivan, que a veces duele pero es inmensamente divertido.

jueves, 10 de febrero de 2011

El vino y los enamorados





San Valentín, día de los enamorados, ideal para homenajear al amor. Ideal para recordarle al otro que a pesar de la rutina, de los problemas, de tus estúpideces, la/o seguís amando.
Compañero de festejos, el vino puede ayudarte en el homenaje. Infinitos son los tipos de parejas, infinitos son los vinos y muchas las situaciones, así que a modo de ayuda te muestro algunos y su para qué.
Si vas por los seis años de idilio o menos, elegí uno cuya cosecha concuerde con la del inicio del amor: por ejemplo, un sutil "Luna" de Finca La Anita.
Si los años de pareja son muchos y dignos, compartí un cosecha tardía, como por ejemplo el de Familia Zuccardi y dejá sonar a Glenn Miller en el equipo de música.
Si la historia es reciente, un vino joven, aromático y sin asperezas, como tu relación. Por ejemplo "Las Perdices" Malbec 2009.
Si tu pareja adora lo fashion, no dudes, un "Misterio" de Eduardo Catena.
Por último, si estás peleado y querés reconciliarte, comprá flores, un extra brut de Rossel Boher, arrodillate y decile: "Marianne, ¡te amo!"