martes, 22 de marzo de 2011

Una historia divina de vino


Esta historia comienza y termina en Inglaterra, algunos siglos atrás. Los británicos siempre fueron de importar, muchas veces sin importar cómo, todo lo bueno que el mundo ofrece. Los tipos tienen buen gusto, salvo algunas ladies que uno ve sentadas en el palco real y que se empeñan en usar unos sombreros horribles.
Perdón, me fui de tema. Bueno, así que se trajeron el té, los curries y porque no los vinos. Aunque con España han tenido algunos pequeños incidentes, alguna que otra guerra, importaban vino español. El vino llegaba en barricas y luego se embotellaba.
Un día cierta partida de vino que llegó hasta la isla resultó ser intomable. Por esos años no existía el "está feo, lo devuelvo". Así que para apaciguar la desmesurada acidez del vino, prácticos como pocos, le agregaron azúcar. Grande fue la sorpresa, cuando al empezar a descorchar el vino había perdido esa ruda acidez y ademas tenía unas muy divertidas burbujas. Había nacido un espumante.

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