lunes, 11 de abril de 2011

Salta, explosiva

Hasta no hace mucho, cualquier vino que no fuera mendocino era mirado por el público en general, como de segunda división. Casi nadie pagaba un alto precio por nada que no viniese de Luján de Cuyo o alrededores. Menos aún se soñaba, por ejemplo, con quemar la tarjeta de crédito para comprar un torrontés premium.
Por suerte, gracias a la difusión que tiene el vino y sus regiones esto está cambiando y a la cabeza de esta apertura se encuentra Salta. Cada vez más consumidores me preguntan qué vinos salteños tengo, conocen nombres de bodegas y productos y, por sobre todo, se animan a oblar cien pesos o más por un vino salteño.
De seguir así el tema, tendremos en poco tiempo la suficiente adultez para no ningunear a ningún vino por su origen y probar sin preconceptos. Es más, si seguimos avanzando tampoco lo haremos con los seres humanos.

No hay comentarios.: