martes, 15 de febrero de 2011

Etiquetas

Etiquetar nos hace la vida más fácil, más segura pero infinitamente limitada y superficial. Lo hacemos con todo, seres humanos, ideas, objetos. Y así de a poco nos vamos encarcelando en lo seguro, lo que no falla, generando un confortable aburrimiento y peor que eso, ignorancia.
Si lo hacemos con todo, como no iba a caer el vino en la volteada. Algunos bochan el lugar de origen: si no es mendocino arrugan la nariz y dicen, mejor paso. Otros se la agarran con el cepaje, por ejemplo: "a mí el syrah no me gusta, a mí dame solo malbec".
Raza aparte son los del precios: "Si cuesta diez pesos menos que el que tomo seguro es vinagre". Y así podría seguir con una lista larguísima de prejuicios.
En el mercado argentino disponemos de unas cuatro mil etiquetas, así que por favor prueben, equivóquense, disfruten un hallazgo, vivan, que a veces duele pero es inmensamente divertido.

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